Como Iglesia arquidiocesana de Mercedes Luján, este domingo en el que junto a la Iglesia universal celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor, nos hemos encontrado para peregrinar a la casa de nuestra Madre de Luján y poner bajo su mirada y cuidado la misión de nuestra querida Iglesia peregrina.
La ocasión es también una oportunidad para encontrarnos, reflexionar, celebrar juntos y compartir en torno a María de Luján. La jornada comenzó por la mañana en el Colegio Nuestra Señora de Luján – Hermanos Maristas, con las palabras de bienvenida por parte de nuestro padre obispo Jorge Eduardo y una reflexión conjunta.
El bloque de la mañana contó con la cálida animación por parte de la Pastoral Juvenil y los equipos pastorales, guiado este momento por el padre Sebastián Ríos.
Luego del almuerzo fraterno, iniciamos la peregrinación hacia el Santuario de Luján para rezar a los pies de María de Luján y celebrar juntos la Eucaristía que presidió el nuestro arzobispo Jorge Eduardo y que concelebro el obispo auxiliar Mauricio Landra junto a sacerdotes de distintas comunidades y toda nuestra Iglesia Arquidiocesana.
Con mucha alegría y emoción vivimos la peregrinación, caminando juntos como Iglesia Particular, viviendo esta nueva experiencia sinodal a la que se nos anima en cada acción.
Al final de la Eucaristía, el Padre Obispo Jorge Eduardo bendijo las comunidades presentes y a todo el Pueblo fiel de Dios que visitó este día la casa de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina y junto a Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de nuestra arquidiócesis.
En un tramo de su homilía, el Arzobispo Mons. Jorge Eduardo expresó: «Es verdad que también tenemos la esperanza que las cosas cambien para bien. ¿Cómo no tenerla? Claro que esperamos que haya trabajo, que no tengamos un país sumergido en la pobreza, que nuestros niños y abuelos vivan con dignidad, que los jóvenes tengan oportunidades, que todos los argentinos tengan un buen pasar. Aún más, esperamos que no haya corrupción, que haya solidaridad, justicia social, que se trabaje por el Bien Común y que de verdad se luche contra las adicciones y el narcotráfico. Pero esperamos mucho más, que salgamos de la decadencia moral y ética en la que estamos, que se viva en la verdad y no en la mentira, que haya un orden justo y no de tanta injusticia, que el amor y la generosidad sean parte de la vida cotidiana y no el egoísmo y el individualismo.»
«Tener en el corazón el don de esta Esperanza grande, nos ayuda a superar todas las frustraciones que vienen con las contradicciones y con el mismo pecado. Claro que entiendo los enojos, las tristezas y dolores por los fracasos que nos toca vivir. Pero la Esperanza infunde en nosotros una Luz y una Fuerza que nos ayuda a levantarnos una y otra vez para seguir caminando. Esperamos por supuesto vivir en una mejor argentina, con una mejor política, una mejor economía y una mejor sociedad, pero nosotros esperamos mucho más. Todo esto que es fundamental, no nos alcanza, esperamos mucho más, esperamos “un cielo nuevo y una tierra nueva”. Y tenemos la certeza que esto ya lo alcanzó Jesucristo y lo alcanzó para nosotros. Tenemos un “ancla” en el cielo, Jesús es el ancla que ha fijado nuestra vida hacia Dios y para Dios. Allá vamos y eso no lo detiene nadie. »