Luján: una misión internacional de emergencia asume un complejo trabajo con 60 felinos y osos a la deriva en el exzoo. Clausurado hace cinco años, los propietarios alimentaron como pudieron a los ejemplares; la organización Four Paws hará una exhaustiva evaluación y atención
Una misión de emergencia, a cargo de la organización internacional Four Paws y con el apoyo de la Secretaría de Ambiente de la Nación, iniciará oficialmente a las 9 de mañana un trabajo con los sesenta felinos y dos osos pardos que todavía permanecen en el exzoológico de Luján. Veterinarios y expertos en vida silvestre de la entidad encararán una compleja tarea.
Los ejemplares quedaron olvidados en el predio luego de que fuera clausurado el 14 de septiembre de 2020 por el entonces ministro Juan Cabandié y su segundo, Sergio Federovisky, durante el gobierno de Alberto Fernández, en una mediática e inolvidable jornada, bajo acusaciones de irregularidades y maltrato animal. Una vez que el cartel quedara clavado en la tranquera del zoológico, organizaciones de defensa de los animales, los funcionarios y los medios se retiraron. Prácticamente nadie volvió a pensar en los entonces 400 animales librados a su suerte. Ya sin ingresos por el cobro de entradas y con cada vez menos empleados, el dueño del lugar, Jorge Semino, empezó a vender viejas colecciones de tractores, máquinas de campo y autos antiguos para alimentarlos, mientras iban muriendo de vejez o enfermedad.
Durante casi cinco años, se realizaron solo algunas inspecciones y dos intentos de llevar a los ejemplares hacia diferentes destinos, que fracasaron debido a diferentes razones. Lo cierto es que, además de los felinos, hoy no quedan demasiados animales salvajes. Dos cebras, dos dromedarios, algunos monos cai y carayá, guacamayos, dos osos que requieren traslado urgente y Yony, el chimpancé, uno de los tres que quedan en la Argentina, solo, ya viejo, y por lo tanto prácticamente imposible de trasladar. Todos ellos esperan por su destino.
Hace algo más de un año, tras asumir nuevas autoridades de la Secretaría de Ambiente de la Nación, con la articulación de la fundación argentina Zorba, la presentación de Four Paws y el apoyo de la Secretaría General de la Presidencia, interesada en solucionar los casos de maltrato animal, se redoblaron los intentos por darles una solución a los animales del exzoológico de Luján que sobrevivieron al abandono. Se firmó finalmente entre la Secretaría de Ambiente y Four Paws un acuerdo de entendimiento para trabajar en la Argentina y, en particular, en el predio clausurado.
La organización internacional fue fundada en Viena en 1988 por Heli Dungler, y desde entonces fue creciendo hasta convertirse en una entidad fuerte que trabaja en todo el mundo.
“Esperemos que salga todo bien”, dice Santiago Semino, hijo del propietario del exzoológico, quien tuvo a cargo junto a su hermana durante todos estos años la reconversión del mismo y la búsqueda de una solución. “Estamos colaborando con Four Paws y la Secretaría de Ambiente, yendo todos en la misma dirección. La relación de los chicos, de los cuidadores, con ellos es muy buena y están todos colaborando para que todo fluya. Estamos empujando todos para el mismo lado”, explica.
Y agrega: “Pero más allá de las responsabilidades propias, no se puede pasar por alto la actitud y la actividad de Ambiente. La gestión actual no debería tapar lo que hizo la anterior, que no fue modelo de reconversión de nada. Podría haber terminado en una catástrofe, no les interesó nunca el bienestar de los animales. Durante cuatro años obstaculizaron cualquier tipo de cambio, hasta la simple reubicación de unos reptiles dentro de la misma provincia. Cada institución que proponíamos, era una negativa”.
En el predio de Luján, quedan calesitas, viejos subibajas, bancos de juegos para niños, los carteles que aún anuncian a las ya fallecidas elefantas Arly y Sharima (esta última, murió poco después de la clausura) y carromatos abandonados por los circos, uno de ellos, con una pantera negra en su interior. La ligre, mezcla de león con tigre, también espera para ser trasladada, al igual que burros y las grúas que todavía traen a los caballos que mueren por la zona y las vacas que caen camino al frigorífico para dar de comer a los leones.
Muchos de nosotros visitamos alguna vez el zoológico de Luján con la ilusión de poder tocar un tigre o darle la mamadera a un cachorro de león: todo lo que hoy sabemos que no podemos hacer, porque perjudica sus vidas de animales salvajes. Y quizás seguiremos la historia de cada traslado, esperando enmendar tanto dolor, tanto encierro, para dar vuelta la página y seguir en el camino de un país en el que las jaulas queden en el pasado.
