«El Jubileo de Equipos sinodales fue una gran gracia no sólo para quienes tuvimos el regalo de participar sino para toda la Iglesia. Iniciando el jueves 24 de octubre, alrededor de 2000 participantes provenientes de todo el mundo, en un clima de gran fraternidad, iniciamos con un momento fuerte de oración.»
El Jubileo de Equipos sinodales fue una gran gracia no sólo para quienes tuvimos el regalo de participar sino para toda la Iglesia.
Iniciando el jueves 24 de octubre, alrededor de 2000 participantes provenientes de todo el mundo, en un clima de gran fraternidad, iniciamos con un momento fuerte de oración.
Seguido a eso, escuchamos ponencias muy iluminadoras, que nos fueron preparando al encuentro con el Santo Padre. A la tardecita, llegó el papa León a la sala, en donde respondió preguntas de las distintas zonas pero, siguiendo el estilo sinodal, primeramente, escuchó con atención el camino que cada una está llevando adelante. Cada respuesta fue de mucha luz para todos e iluminó y dio pautas para seguir caminando construyendo una iglesia más sinodal.
Comenzamos el día sábado realizando una peregrinación y pasaje por la puerta santa. Entrar a la Basilica de San Pedro, juntos, peregrinando como hermanos, fue un momento de mucha emoción y mucha significación: juntos caminamos hacia la Meta…Luego, llegó el tiempo dedicado al compartir y a la formación. Por la mañana, nos dividimos en grupos por idiomas y mediante la conversación en el Espíritu, compartimos acerca de la experiencia de cada participante como miembro de un equipo sinodal: qué me sostuvo, qué aprendí, qué nos ayudó, qué dificultades hubieron…en mi caso, me pidieron ser facilitadora en el grupo por lo que estuve al servicio del mismo para llevar adelante el trabajo e implicó que me prepare con la oración para ese momento por lo que, en lo personal, fue de mucho provecho y riqueza. Participaron personas de distintas vocaciones de Argentina, Chile, Brasil, México, Colombia, Perú, Nicaragua y España. La riqueza del compartir, a la luz del Espíritu, nos ha hecho constatar que todos estamos en camino, que hay mucha vida y la experiencia de uno fue de luz para los otros.
Luego, llegó el momento de los seminarios y talleres, también momentos de mucha profundidad, de ir al fondo del propio camino y descubrir la grandeza de lo que Dios va construyendo y cómo nos ayuda con su gracia para seguir adelante.
Más tarde, ya en la sala, fue un compartir de «buenas prácticas» sinodales de todo el mundo. Da mucha alegría saber y constatar, cómo Dios se va haciendo presente en la historia de la humanidad, cómo la sinodalidad es el camino de la Iglesia que hace que el amor de Dios llegue a todos, todos, todos.
Para concluir, el domingo compartimos la santa Misa con el papa León en la Basílica de San Pedro. Cada momento de la misa lo he vivido con mucha emoción. Sus palabras en la homilía, son de una gran profundidad y marcan el rumbo para seguir caminando…me quedo con el corazón lleno de gratitud a Dios por el regalo de estos días y el compromiso de, como dijo el papa León, caminar juntos, soñar y construir una Iglesia humilde, para todos, siendo testigos de unidad y del amor.
Por Mercedes Isola
