Reflexión post elecciones legislativas 2026 ( por Javier Etchart )
Días atrás habíamos hablado de algunas cuestiones sobre posibles alternativas políticas en base a la elección del domingo 26. Allí planteé dos escenarios, uno si el caudal electoral fuese bajo (alrededor del 30 %), y otro si la cifra fuese más elevada, cercana a un 40 % (idea que solo estaba en algunas mentes optimistas, por cierto no en la mía).
Si la primera alternativa generaba riesgo en la gobernabilidad, la segunda generaba otro interrogante: ¿Cómo se manejará con estos números una persona poco proclive al diálogo y al reconocimiento plural de las diferencias? Esta última es la que se presenta como inquietante.
Ahora ya sabemos que tiene número suficiente para resistir los vetos, incluso con baja capacidad de negociar con otras fuerzas políticas podría lograr manejar una agenda propia para llevar adelante sus proyectos.
Lo mismo pasaría en el Senado, e incluso un paso más, si en determinados temas acordaran con el kirchnerismo podrían lograr mayorías especiales para determinados temas (designaciones en la justicia, no olvidar Lijo).
En definitiva, el impulso del gobierno ahora cuenta con un número que podría fortalecer su mirada hegemónica, poco proclive a los acuerdos y diálogos con otras fuerzas políticas, e imponer una serie de reformas regresivas, que, a juzgar por sus ideas políticas, podrían ser dañinas y contrarias a valores e ideas que muchos de nosotros defendemos.
Se impondrá finalmente esta perspectiva? La manifestación de ayer, inmediatamente después de la elección no fue mala, pero, la naturaleza del escorpión no se terminará por imponer de todos modos? En términos más académicos, y citando al sabio de Maquiavelo (cap. XXV): “[N]o existe hombre lo suficientemente dúctil como para adaptarse a todas las circunstancias, ya porque no puede desviarse de aquello a lo que la naturaleza lo inclina, ya porque no puede resignarse a abandonar un camino que siempre le ha sido próspero”.
Si hasta acá le fue efectivo ser de una determinada manera, ¿por qué cambiar?
El futuro inmediato nos irá despejando el dilema.
